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viernes, 15 de marzo de 2013

la muerte de jimi hendrix a manos de la CIA

Altamont y Hendrix
Cinco meses después del “accidente” de Jones, la imagen del movimiento
hippie quedaba definitivamente por el piso cuando un festival de música celebrado en
Altamont, cerca de San Francisco, terminaba en una batalla campal muy alejada de la
filosofía del Flower Power. En teoría, el festival de Altamont estaba destinado a ser un
segundo Woodstock pero terminó en una tragedia que quedaría registrada en toda su
crudeza en un documental titulado Gimme Shelter. El acto central del festival debía ser
el concierto que darían los Stones el 6 de Diciembre de 1969. El organizador del evento
fue el abogado Melvin Belli, conocido en la profesión como un oportunista carente de
escrúpulos. Pero el letrado Belli tenía además una vida secreta como estrecho
colaborador de la CIA, y entre sus más distinguidos clientes se encontraban Jack Ruby,
el asesino de Lee Harvey Oswald, y Sirhan Sirhan, el presunto asesino de Robert
Kennedy228.
Belli puso al frente de la seguridad del festival a Ralph “Sonny” Barger229, líder
de “Los ángeles del Infierno”, una banda de motociclistas con centenares de
integrantes en todo el país y que con el paso de los años había crecido hasta
convertirse en una auténtica mafia sobre ruedas. Hubo numerosos disturbios con
heridos y un joven muerto, apuñalado por un motociclista cuando presuntamente
alzaba una pistola contra Mick Jagger. Jamás se supo quién había blandido el cuchillo.
Tiempo después, Barger declaró ante un tribunal que llevaba años haciendo
“trabajitos” para las autoridades, la mayoría de ellos como parte de tratos para librar a
alguno de sus muchachos de prisión. Se cuenta que cuando huyó a Argelia el líder de
los Panteras Negras, Eldridge Cleaver, la ATF -la oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de
fuego, una de las agencias gubernamentales más duras de Estados Unidos,
responsable entre otras “hazañas” de la masacre de Waco- negoció con Barger para
que lo trajera de vuelta a casa “dentro de una caja”. Quizá sabotear el festival de
Altamont fuera otro de estos encargos.
Los sicarios de la Operación Caos contaban sus intervenciones por éxitos
cuando Jimi Hendrix, el exótico y pacifista “Elvis negro de los 60”, se convirtió en uno
de sus blancos prioritarios. ¿Fue Hendrix asesinado mientras se encontraba bajo el
efecto de los barbitúricos?. La versión de la muerte de Hendrix que divulgaron los
medios de comunicación se centraba en la consabida sobredosis que tan
oportunamente se ha llevado por delante a tantas estrellas del rock. Nadie, sin
embargo, dio en su momento publicidad a una serie de irregularidades que ya había
denunciado el encargado de la autopsia, el doctor Bannister, quien informó que en el
momento de limpiar su esófago “cantidades ingentes” de vino tinto “salieron a través
de su boca y nariz”. Asimismo encontraron gran volumen de líquido en sus pulmones:
“Es notable -declaró el médico-, porque les aseguro que uno no tiene todos los días la
ocasión de examinar un cadáver ahogado en vino. Tenía algo alrededor del cuello -creo
que era una toalla-, y estaba también empapada de esta bebida”. Éste es solamente
un hecho de un largo informe que aporta datos suficientes como para sospechar de un
asesinato. Lo más curioso es que los detalles proporcionados por Bannister no fueron
dados a conocer hasta muchos años después de la muerte del artista, fomentando
durante ese tiempo la imagen de Hendrix como la de un drogadicto que murió
ahogado en su propio vómito.
Pero ¿por qué matar a alguien como Hendrix?. El FBI vigilaba estrechamente
todos los movimientos del artista y veía con seria preocupación cómo sus posturas
políticas y sus manifestaciones públicas se iban radicalizando cada vez más,
acercándose a los sectores más revolucionarios del movimiento por los derechos
civiles, en especial a los Panteras Negras. Esta actitud se hacía también patente en sus
declaraciones, como en una entrevista concedida en Suecia al periódico Gotesborgs-
Tidningen: “En Estados Unidos tienes que elegir de qué lado estás. Puedes ser un
rebelde o puedes ser como Frank Sinatra”230. Para las mentes de los responsables de
COINTELPRO esta postura equivalía a una declaración de guerra por parte de alguien
que, como los ya silenciados Martin Luther King o Malcolm X, ejercía un fuerte
liderazgo sobre la comunidad negra norteamericana.

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